Rarizando la ciudad desarrolla un proceso para repensar la ciudad desde la potencialidad de lo raro, a través de encuentros y colaboraciones orientadas tanto a cumplir con el objetivo de romper con lógicas identitarias como a cuestionar los modelos heteronormativos imperantes. Lo raro es lo diverso, lo que no cabe, lo que no entra, no pasa, no pega: mujeres mayores, personas con diversidad mental y funcional, comunidades de LGTB, sordxs, migrantes. Se trata de desdibujar y desplazar los límites de la normalidad dominante (una ficción que ha supuesto invisibilidad, inaccesibilidad y dolor para los cuerpos diferentes, fronterizos, inesperados) a través de dinámicas participativas que propician la reflexión distendida y festiva. El desdibujar y desplazar es clave en una investigación como ésta que se concibe, más que como un dispositivo de saber, como un dispositivo de transformación y de metamorfosis más allá de lo personal: en el proyecto se parte de la idea de que son las fragilidades las que mejor construyen espacios respetuosos y democráticos.
La conversación, la comida y el baile son herramientas que facilitan el desborde necesario para que las comunidades se reconozcan en lo raro, en sus saberes y en sus haceres. Durante la investigación se han reunido, individualmente o en grupos, raras y menos raras, abriendo la descripción y calificación de lo raro y activando políticas de fragilidad e independencia en contextos y escenarios familiares y domésticos, pero también en otros poco proclives a este tipo de reflexiones como la institución en general y la universidad en particular. El encuentro con el resto de los proyectos de Una ciudad muchos mundos ha sido uno de los objetivos cumplidos.